ANIBAL IBARRA Y LA MUERTE 3
Hola a todos.
La semana anterior hice llegar a los socios del No Hacer Nada Social Club un par de apasionados mensajes en contra de Aníbal Ibarra.
En ellos desaprobada de manera absoluta, su permanencia al frente del Gobierno de la Ciudad.
El Sr. Aníbal Ibarra resultaba para mí claramente responsable de las directivas políticas que se habían llevado adelante durante los 5 años de su mandato y que habían concluido con la dolorosa muerte de 194 chicas y muchachos argentinos en aquella noche maldita de fines del 2004.
Yo no lo disculpaba, como los hacían las infinitas doñas Rosas varones y mujeres de esta ciudad que recurrían a justificarlo con el absurdo y pueril pretexto de que Ibarra no podía controlar a los funcionarios que designaba.
Napoleón, según ellos, no había sido derrotado en Waterloo. Solamente habían fracasado sus ineptos generales. Napoleón no había tenido la culpa de nada.
No tengo intenciones de comparar al corso genial con este mamarracho de Ibarra.
Pero sí quiero resaltar las innegables falencias de conciencia de responsabilidad democrática en amplios sectores de la clase media urbana.
¿Qué tiene en la cabeza ese 60% de la sociedad que (según las encuestas) lo respaldaba? ¿En que piensa (cuando piensa) toda esa gente? ¿Cómo se puede ser tan tenazmente necio y vulgar cuando se encuentra en juego el dolor infinito de los ciudadanos de la ciudad y la solidez de sus estructuras democráticas?
Todas son preguntas difíciles de contestar.
Hoy quiero decirles a todos que no siento ninguna alegría por la destitución de Ibarra.
Hoy por hoy al respecto quiero decirles a todos que no estoy en condiciones de alegrarme de nada.
Yo vi aquella noche (tranquilamente sentado en el sillón de mi casa) las caras acongojadas y transidas de dolor de los padres en el momento de recibir la noticia de la muerte de sus hijos.
Después de eso no sólo yo, sino nadie, está en condiciones de alegrarse por la destitución de Aníbal Ibarra.
Néstor Ravazza
nesravazza@yahoo.com.ar
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